Los niños celtibéricos
Los niños celtibéricos y, en general, la infancia en el mundo celta peninsular no ha sido un tema que abarque demasiadas páginas en los estudios de los últimos años y seguramente no por falta de interés sino por la ausencia de fuentes, algo muy parecido a lo que sucede con el tema de la mujer celtibérica.
No existe una cultura material propia asociada a los niños y además, las etapas de la infancia tampoco coinciden con la actual debido a los cambios en el ciclo vital por lo que las comparaciones en este sentido son arriesgadas. Tan sólo nos queda, como para casi todo, recurrir a las necrópolis e indagar en las tumbas de niños para intentar saber algo más respecto a ellos.
He intentado recopilar todos los datos posibles y distintas teorías de varios expertos para tratar de aproximarme a lo que debieron ser los niños celtibéricos y a la consideración que tenían dentro de la sociedad. Aún así, no son más que teorías e interpretaciones mientras la arqueología no proporcione fuentes y materiales esclarecedores.
El estatus social de los niños celtibéricos
Hay algo que se repite en varios yacimientos y es la aparición de inhumaciones de niños muy pequeños, en ocasiones incluso recién nacidos, en los suelos de las casas o incluso en las paredes. Los niños no se consideraban parte de la sociedad hasta que no cumplían la mayoría de edad y, por tanto, no tenían derecho a ser enterrados en la necrópolis sino que permanecían en el ámbito familiar. La inhumación de niños en las cabañas se rastrea ya en la Edad de Bronce y seguramente tiene origen indoeuropeo.
Los restos de estos bebés no presentan signos de incineración. Se cree que la explicación a la costumbre de inhumar a los niños tan pequeños se encuentra en una frase de Plinio en la que dice que es “costumbre universal no incinerar a alguien al que no le hayan salido los dientes”.
Sin embargo, han aparecido tumbas de niños en necrópolis y además, acompañados por ajuares más ricos que los de algunos adultos. Los niños heredaban el estatus social de sus padres por lo que, si morían, aunque técnicamente no eran parte activa de la sociedad al no ser mayores de edad, adquirían el derecho a ser enterrados como los adultos en la necrópolis y con ajuar.
La educación de los niños celtibéricos
Tan sólo contamos con una línea del autor Salustio en la que se menciona a los niños, explicando que eran las madres las que se ocupaban de contar a sus hijos las hazañas de los héroes y guerreros. La transmisión oral de la tradición y la historia de la tribu, por tanto, parecía estar a cargo de las madres mientras los niños eran pequeños. Una vez que se acercaban a la mayoría de edad, se puede suponer que los chicos estarían más próximos al padre, quien le educaría conforme a su sexo, y lo mismo ocurriría con las madres y las chicas.
De nuevo tenemos que acudir a las tumbas y a los ajuares para comprobar cómo los objetos que encontramos en éstos marcan la diferencia entre un niño y un niña. En las tumbas de las niñas abundan las agujas y las fusayolas, aludiendo a las labores de tejer y coser, mientras que en las tumbas de niños sobresalen las puntas de lanza y los puñales, relacionados con el mundo de los guerreros, por lo que se puede suponer que los papeles de unos y otros ya estaban predeterminados por su sexo.
¿Existió el sacrificio de niños entre las tribus celtibéricas?
Se ha especulado acerca de que las inhumaciones de niños bajo las cabañas se trate en realidad de sacrificios fundacionales, una forma de aplacar a los dioses o a los espíritus del lugar. Sin embargo, los análisis de los restos de los fetos y neonatos no son concluyentes y no permiten afirmar que en efecto, existieran los sacrificios infantiles. De hecho, ni siquiera se han encontrado cuerpos con malformaciones que pudieran hacer pensar en una selección de los más fuertes que condenaba a muerte a los niños débiles o deformes.
La única teoría que no se ha podido descartar es la que dice que podrían ser infanticidios relacionados con el control de natalidad; si llegaba un momento en el que no se podía alimentar a demasiados hijos, se procedería a quitar la vida a los que llegaran.
Los sonajeros y las canicas, ¿juguetes?
Especialmente en territorio vacceo se han encontrado dos objetos que tradicionalmente se han asociado al mundo de los niños celtibéricos. Uno de ellos son los sonajeros, objetos de arcilla decorados con dibujos a base de incisiones y excisiones que tienen dentro pequeñas bolas de arcilla que provocan ruido cuando se agitan. Lo más lógico parece adjudicarles el papel de sonajero para bebés pero lo cierto es que el tamaño y sobretodo, el peso, hacen qe sea improbable que un niño pequeño pudiera jugar con ellos. Seguramente se tratara de una especie de amuletos que, al agitarlos, ahuyentaría a los malos espíritus.
Respecto a las canicas, se trata de pequeñas bolas de arcilla que en ocasiones han aparecido en las tumbas. Algunos autores lo han relacionado con el mundo femenino ya que al parecer, en los ritos de paso que las chicas hacían a la diosa Perséfone ofrendaban este tipo de objetos. Sin embargo, estas bolas de arcilla también han aparecido en las tumbas de guerreros adultos por lo que perderían esa asociación exclusiva al mundo infantil o juvenil. Se ha especulado con que puedan ser amuletos o algún método de adivinación.
No es mucho lo que podemos conocer acerca del mundo de los niños celtibéricos pero esperemos que en un futuro aparezcan nuevos hallazgos y estudios que nos arrojen un poco de luz sobre esa parte de la sociedad que, un día, supuso el futuro de los pueblos celtas de la Península Ibérica.
Imágenes de Arturo Asensio para el catálogo «Los Últimos Carpetanos» del Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid
Bibliografía
Iberia Mágica
Celtiberia Histórica
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la zona donde vivo era principalmente celtíbera según mi opinión, lobetum, cuenca del cabriel