Lancia, ciudad de los astures
A juzgar por las fuentes literarias grecorromanas que han llegado hasta nosotros, Lancia fue una ciudad con una gran importancia en el norte peninsular y en el marco de la conquista de Hispania por parte de Roma.

Lancia en las fuentes
Tradicionalmente, se ha situado la ciudad de Lancia en Villasabariego, León, aunque existen teorías que la colocan en el castro de Las Labradas en Arrabalde, Zamora, zona en la que también habitaban los astures y en la que aparecen cada vez más vestigios que inclinan la balanza a su favor. Por poner un ejemplo, no aparecen en Villasabariego restos que prueben que había una muralla ni tampoco ningún rastro de presencia romana en sus alrededores, algo que sí se ha encontrado en Arrabalde. Esperemos que este problema se vaya solucionando en el futuro con nuevos hallazgos arqueológicos que confirmen la localización exacta de Lancia.
Lancia aparece en las fuentes siempre en el contexto de la conquista de los astures por parte de Roma durante las guerras astur-cántabras, en concreto en la campaña del 25-24 a.C. La tribu de los lancienses es mencionada por Plinio (Historia natural 3, 3, 28) y Ptolomeo (Tablas geográfico-históricas 2, 6, 28) en sus obras y pertenecería al grupo más grande de los cismontanos.
Floro, en su Compendio de historia romana (2.33.54-59), menciona el enclave fortificado de Lancia en el contexto de la campaña de Publio Carisio. Dión Casio (Historia de Roma 53.25.8) habla de esta ciudad como «la mayor aldea de los astures» y Paulo Orosio (Contra los paganos 6.21.3-10) nos cuenta que Lancia es la ciudad en la que se refugiaron los astures junto antes de ser derrotados por Publio Carisio. Por último, en el Itinerario de Antonino aparece una ciudad sin concretar llamada Lance aunque parece ser que no se trata de la misma Lancia mencionada en el contexto de las guerras contra los astures.
Estas descripciones proporcionan datos y detalles que nos hacen imaginarnos la importancia de Lancia en el territorio astur ya que se nos dice que estaba fortificado, que era la mayor aldea y que sirvió de refugio en los últimos momentos de la conquista.

Ocupación romana de Lancia
Lancia y sus murallas sirvieron de refugio a los astures que fueron derrotados por los romanos en la ciudad de Brigaecium según nos cuenta Paulo Orosio (Contra los paganos, 6, 21, 9-10). Seguramente y dado que las fuentes dicen que Lancia estaba amurallada y que contaba con un espacio amplio en su interior, no solamente acogió a estos astures en concreto sino también a miembros de otras aldeas más pequeñas que se estaba viendo superados por el avance y la fuerza de los romanos.
Publio Carisio, legado imperial en Lusitania, se dirigió hacia la ciudad para buscar su rendición y sus tropas se establecieron en los alrededores para someter a una población que seguía mostrándose rebelde pese a las circunstancias. Es Floro, se nuevo, quien nos cuenta que había hasta tres campamentos romanos en los alrededores de Lancia (junto al río Astura, hoy Esla, y cerca de Brigaecium) y que fueron atacados por sorpresa a comienzos del año 25 por parte de un grupo de astures que descendió de las montañas.
Estos astures, quizá pertenecientes a la tribu de los zoelas, acudirían en ayuda de los lancienses ante el hostigamiento de las tropas de Carisio. Su número debería ser lo suficientemente grande como para atreverse a lanzar un ataque a tres campamentos romanos. Seguramente descendían de las laderas del Teleno, monte sagrado para los habitantes de la zona. Sin embargo, la traición de los habitantes de Brigaecium, recién tomada por los romanos, hizo que estos astures zoelas fueran derrotados por los soldados de Publio Carisio.

Lancia fue conquistada con facilidad por Carisio ya que, según cuenta Dión Casio (Historia romana, 53, 25, 8), la ciudad fue abandonada por sus habitantes al menos de forma temporal. Los soldados quisieron incendiar la ciudad pero Carisio no se lo permitió mostrando así su benevolencia. Tras someter Lancia, Carisio continuaría su campaña dirigiéndose hacia el noroeste para combatir contra las tribus de los Montes de León y El Bierzo.
Una vez terminada la campaña de conquista y sometimiento de estas tribus norteñas, Publio Carisio fundó en la provincia de Badajoz la colonia de Emerita Augusta, la actual Mérida, donde ofreció asentamientos a los veteranos que habían luchado para él en las guerras astur-cántabras. Aún así, la legión X Gemina permanecería en su campamento en Petavonium (Zamora) para controlar posibles revueltas de los astures.
Lancia tras la conquista romana
Lancia siguió adelante durante el siglo I d.C., presumiblemente con los astures que no habían huido antes de la entrada de Carisio y que se sometieron finalmente a Roma. De hecho, a comienzos del siglo II d.C. se aprecia una mejora económica que seguramente tiene que ver con la obtención por parte de Lancia del título de municipium a finales del siglo anterior, durante la dinastía Flavia, aunque no está confirmado y algunos autores niegan esta municipalización.

El yacimiento arqueológico de Lancia
El yacimiento arqueológico de Lancia que se puede visitar actualmente es el que se encuentra en Villasabariego, León, y que, como decíamos antes, quizá no corresponda con la Lancia que se menciona en el contexto de las guerras cántabro-astures. La homonimia, es decir, la existencia de dos o más ciudades con el mismo nombre, era algo habitual en la época antigua.
Sin embargo, este yacimiento declarado Bien de Interés Cultural en el año 1994 ha proporcionado materiales interesantes como la conocida fíbula de caballito de Lancia. Además, en el año 2010 los trabajos para la construcción de la autovía A-60 que comunica León con Valladolid sacaron a la luz nuevas estructuras ya de época romana como el macellum (mercado) o las termas.
Bibliografía
BLÁZQUEZ MARTÍNEZ, J.M., «Los astures y Roma» en Indigenismo y romanización en el Conventus Asturum, Madrid, 1983, pp. 143-163
SANTOS YAGUAS, N., «Lancia de los astures: ubicación y significado histórico» en HAnt XXVIII-2004, pp. 71-84
VICENTE GONZÁLEZ, J. L. «Bellum Asturicum» en Argutorio, nº 27/05, pp. 4-10